EPITAFIO A JOSE ANTONIO
Cisne fue. Cisne esbelto que agoniza
y mueve estrellas conmoviendo el aire,
derrumbando las alas de los pájaros
y en la ceniza derrumbando el fuego.
Vivió, clamó y murió verticalmente,
cambiando con el plomo la sonrisa.
Y conmovida en lágrimas, la noche
al alba lo encontró, muerto, a sus plantas.
Su sangre ya salpica las estrellas.
Su sangre enturbia el rumbo de los peces.
Donde su cuerpo, fulminado, yace,
su fuente es acueducto de la Patria
con la cal destilada de sus huesos
fundadores de rosas y laureles.
Adriano del Valle
segunda-feira, janeiro 30, 2006
Subscrever:
Enviar feedback (Atom)
Sem comentários:
Enviar um comentário