SONETOS EN LAS HONRAS A JOSE ANTONIO
El rastro de la Patria, fugitivo
en el aire sin sales ni aventura,
fue arrebatado, en fuego, por la altura
de su ágil corazón libre y cautivo.
De la costra del polvo primitivo
alzó la vena de su sangre pura
trenzando con el verbo su atadura
de historia y esperanza, en pulso vivo.
Enamoró la luz de las espaldas,
armó las almas, sin albergue, frías,
volvió sed a las aguas olvidadas.
Dio raíz a la espiga y a la estrella,
y, por salvar la tierra con sus días,
murió rindiendo su hermosura en ella.
Dionisio Ridruejo
terça-feira, janeiro 31, 2006
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